Podemos empezar a concebir la IGUALDAD, no como una cualidad
a alcanzar, sino como un reconocimiento de nuestra naturaleza… humana… social… espiritual;
y comenzar a ver en cada uno de los demás, a Dios.
Que todos los seres en todas partes sean
felices y libres,
y puedan los pensamientos, palabras y acciones de mi propia
vida,
contribuir de alguna manera a la felicidad y a la libertad para todos.